Todos conocemos a un amigo, familiar o compañero de trabajo que come sano, hace alguna dieta o practica ejercicio. Incluso nosotros mismos.

Sin embargo, no todo el mundo experimenta estas “actividades” de la misma manera. Siempre hay alguien que parece tomarse su dieta o su cuerpo demasiado en serio. Se trata de personas que muestran conductas obsesivas y, paradójicamente, acaban logrando el resultado opuesto al que supuestamente buscaban, ya que, con sus hábitos “saludables” terminan perjudicando su salud física y mental. En muchos casos, esto se traduce en sufrir un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA).

Contrario a la creencia popular, esto no se debe a un problema de presión social por la imagen física. De ser así, todos desarrollaríamos estas obsesiones.

La causa subyacente no es otra que los rasgos de la persona. En este post me centraré en los rasgos neurocognitivos. En la segunda parte, hablaremos sobre los rasgos afectivos.

RASGOS NEUROCOGNITIVOS

Los rasgos neurocognitivos se refieren nuestra capacidad de pensar, razonar y procesar la información. Esto obviamente influirá en nuestra conducta.

Es decir: tú y yo podemos recibir la misma información, pero la interpretamos de distinta manera porque nuestros rasgos neurocognitivos son diferentes.

Veamos un ejemplo:

“Las legumbres tienen antinutrientes y por ello es mejor remojarlas bien con agua”

Puede que tú prestes atención a esta advertencia, pero si se te olvida remojar las lentejas un día te las comes igual, pensando “bah, no pasa nada, la próxima vez intentaré remojarlas”.

Sin embargo, yo puedo procesar esta información de forma muy distinta. Y, si mis lentejas no están remojadas no me las como. Y si como lentejas en casa de Pepita, le pregunto si las ha remojado. Y de no ser así, me entrará un poco el pánico y la paranoia. Y me empezaré a imaginar las cosas horribles que me podrían pasar por culpa de los antinutrientes. Quizá me niegue a comerlas. Incluso puede que nunca más coma lentejas, a pesar de que tengan otras propiedades muy saludables, yo sólo veo “antinutrientes”.

¿Se empieza a entender, verdad?

Es importante entender que estos rasgos son en gran parte genéticos. Las personas no elegimos ser así. Simplemente es la forma en la que nuestro sistema nervioso procesa la información.

Es hora de profundizar un poco más entendiendo dos características neurocognitivas muy importantes: la coherencia central y la función ejecutiva.

COHERENCIA CENTRAL

La coherencia central se refiere a nuestra capacidad de equilibrio entre una atención centrada en lo global y una atención centrada en el detalle. Me explico:

Todos conocemos la expresión: “el árbol no te deja ver el bosque”.

Esto se refiere a personas muy centradas en el detalle, excesivamente meticulosas, que se obsesionan con las pequeñas cosas. Les cuesta mucho ver las cosas desde una perspectiva más amplia, en su conjunto. Es como tener el zoom x100 en una foto, no te deja ver el “todo”.

El caso contrario es una persona con una visión más global de las cosas, a la que le cuesta precisamente fijarse en los detalles. Estas personas rara vez las verás en la facultad de ingeniería.

Como puedes deducir, las personas que desarrollan una conducta más obsesiva con su cuerpo y su alimentación tienen problemas con su coherencia central, demasiado centrada en el detalle.

Ejemplos:

“Hoy tenía planeado entrenar 45′, pero sólo he podido entrenar 20′” = DRAMA

“Esta ensalada parece sana, pero tiene media cucharada de mayonesa industrial” = DRAMA

“He comido huevos a la plancha y champiñones, pero he cometido el terrible error de mojar la yema con un trozo de pan blanco refinado” = DRAMA

“No me he tomado el batido de proteínas 30 minutos después de entrenar” = DRAMA

“He tomado 55 gr. de arroz en lugar de 50gr. que me mandó el Nutricionista” = DRAMA

“No se me marcan los abdominales oblicuos” = DRAMA

“Todo el mundo me dice que soy guapa, pero mi nariz es horrible, no puedo creer que no se den cuenta. Mi cara es horrible” = DRAMA

Probablemente todos hayamos tenido este tipo de pensamientos alguna vez. El problema es cuando su intensidad y frecuencia es exagerada y nos llevan a conductas problemáticas. En anorexia este rasgo está muy presente. “No se me marcan las costillas”. De nuevo: no parece ser un problema de obsesión por la belleza. Es una obsesión general por el detalle que la persona dirige a su cuerpo en este caso.

FUNCIÓN EJECUTIVA

Aquí nos referimos (de forma muy general) a la capacidad para seleccionar, iniciar e inhibir conductas. También de cambiar de una conducta a otra, adaptándola según el contexto.

Hay personas con una función ejecutiva muy rígida: les gusta hacer “lo de siempre” y “como siempre” de forma estructurada, planificada y sin sorpresas. Si les cambias el plan, se empiezan a poner nerviosas. “El lunes toca entrenar pierna y no entreno brazo en ningún caso porque el brazo lo entreno los miércoles”. “La comida trampa la hago el sábado, no me lleves un martes a cenar pizza porque el martes no es día de comida trampa”.

Las personas flexibles tienen mayor capacidad de adaptarse sin ponerse nerviosas. Si el lunes tocaba entrenar pierna pero están todas las máquinas ocupadas, entreno brazo y ya dejo la pierna para otro día. Si el martes me invitan a cenar pizza acepto sin problemas. Intentaré no comer alimentos muy “bomba” o simplemente esa semana habré comido un poco más. No pasa nada. O intento no comerme una pizza entera y pedir también algo de ensalada.

Como siempre, en el término medio está la virtud.

Las personas demasiado rígidas viven absorbidas en sus rituales, normas, categorías de alimentos “buenos” y “malos”. Esto puede llegar a ser agotador y crear muchos problemas en la vida de la persona.

LA GRAN PREGUNTA: ¿PODEMOS CAMBIAR?

La mala noticia es que los rasgos de personalidad son en gran parte genéticos, es lo que “nos ha tocado”, y rara vez se consiguen revertir al 100%. Es decir, una persona mega rígida es difícil que se llegue a convertir en una persona súper flexible, por mucho que lo desee.

La buena noticia es que sí hay margen de mejora. Por ejemplo: si del 1 al 10 eres un “8” en rigidez, puede que bajar a un 6 sea suficiente para que tu bienestar psicológico mejore y la rigidez deje de ser un problema en tu vida.

Otro aspecto clave es que los rasgos de personalidad que se desvían de lo “normal” no tienen porqué ser malos, siempre que se utilicen de forma inteligente. Como he mencionado antes, un buen ingeniero se beneficia de su tendencia de atención al detalle y meticulosidad. Tendrá más ventaja para destacar en su trabajo que una persona cuya atención tienda más a lo “global”.

Más aún, los gimnasios están llenos de personas que comparten estas características neurocognitivas. Y de nuevo: no tiene porqué ser malo contar repeticiones, tiempo de descanso, series… Incluso puede ser positivo en algunos casos. El problema es cuando se convierte en algo muy obsesivo y perjudica al bienestar de la persona. Hay que estar atentos.

Espero que este post te haya servido para aprender cosillas nuevas a interesantes para llevar un estilo de vida saludable “sin perder el ‘coco'”.

¿Te ves reflejada en estos rasgos neurocognitivos? ¿Conoces a alguien así? Te leo en comentarios 🙂

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